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Escuelas sin directivos: efectos y soluciones

FUENTE: Contramuro Noticias en Michoacán / Opinión /

La falta de directores en escuelas impacta la educación. Soluciones urgentes son necesarias para mejorar el sistema educativo.

Contar con directores escolares dedicados exclusivamente a funciones directivas es fundamental para garantizar la excelencia educativa. Su labor profesional es absolutamente imprescindible para el buen funcionamiento de las escuelas públicas, sobre todo en contextos de alta vulnerabilidad.

El liderazgo escolar es uno de los factores que más inciden en los aprendizajes de las y los estudiantes. Cuando una comunidad escolar cuenta con un director comprometido y con visión pedagógica, se crea un entorno más propicio para el desarrollo académico, emocional y social.

Un director que se dedica exclusivamente a tareas directivas cuenta con más condiciones de cultivar una cultura escolar sólida, basada en el respeto, la colaboración y el compromiso colectivo. Este tipo de liderazgo es participativo, porque promueve la construcción de comunidades de aprendizaje entre docentes, estudiantes y familias.

Cuando un directivo puede enfocarse de lleno en su función, puede ejercer su liderazgo de forma pedagógica, impulsar proyectos escolares, brindar acompañamiento al cuerpo docente, atender conflictos escolares y fomentar la mejora continua. Pero cuando, por el contrario, ese directivo debe además impartir clases o cubrir ausencias de personal, su capacidad de incidir de manera estratégica se ve seriamente limitada.

Otro aspecto clave es la profesionalización de la función directiva: es necesario que los directores sean seleccionados a través de procesos transparentes, que cuenten con formación específica y continua, y que tengan acceso a herramientas de gestión que les permitan tomar decisiones basadas en evidencia. Esto incluye el diseño de planes de mejora, la administración eficiente de los recursos materiales y humanos, la evaluación del desempeño escolar y la resolución de problemáticas específicas que enfrenta cada comunidad educativa.

La figura del director escolar también es crucial para garantizar los derechos educativos de las niñas, niños y jóvenes. En regiones donde hay altos niveles de pobreza, violencia o marginación, el directivo es muchas veces el primer actor que puede detectar obstáculos que impiden a las niñas, niños y adolescentes asistir y permanecer en la escuela.

Desde la falta de condiciones mínimas de higiene y seguridad, hasta situaciones de abuso, discriminación o violencia de género, el director puede activar rutas de atención, articular apoyos institucionales y gestionar redes de protección. Esto cobra aún más importancia en contextos como los de Michoacán, donde se combinan rezagos estructurales con fenómenos emergentes como la violencia delincuencial, el desplazamiento forzado o la migración.

La situación al respecto es preocupante, porque de acuerdo con la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU), casi 6 mil escuelas de educación básica en México carecen de un director dedicado exclusivamente a sus funciones.

Esta realidad, poco visibilizada en la conversación pública, representa una falla estructural que afecta profundamente los derechos educativos fundamentales de cientos de miles de estudiantes en México. Lejos de tratarse de una ausencia menor o temporal, la falta de directores dedicados exclusivamente a funciones de gestión escolar ha devenido en una práctica sistemática, por conveniencias del régimen en turno, financieras, de control político-territorial y gremiales, con graves consecuencias para el funcionamiento y la gobernanza de las escuelas.

No es casual que, en algunas entidades federativas haya mayor rotación de personal directivo cuando hay intenciones electorales en las figuras que ocupan los cargos de titularidad de las instituciones educativas, toda vez que, es natural inferir que intenten colocar mandos medios que les respondan a su interés proselitista bajo la ilusión de convertir la plantilla de personal educativo en un aparato electorero.

Entonces, sobrevienen las puestas a disposición, los ceses, las permutas, las suspensiones de pago y toda suerte de acciones que parecen disfrazarse de transparencia y de depuración de la nómina educativa, cuando todo lo que se busca es colocar incondicionales en puestos operativos a escala territorial en comunidades estratégicas.

Sin embargo, al quedar vacíos En la mayoría de los casos, son los maestros de grupo quienes asumen simultáneamente las tareas de dirección, lo cual satura su carga laboral, genera conflictos administrativos y pedagógicos, y perpetúa la precarización del liderazgo escolar, con consecuencias graves que vulneran los derechos a estar, aprender y participar en las escuelas de las niñas, niños y jóvenes que tuvieron el infortunio de estar en escuelas sometidas a esta forma de precarización.

Las consecuencias de esta situación crítica son muchas y de impacto estructural en el sistema educativo mexicano:

  1. Saturación de los docentes que fungen como directores
    Los maestros encargados de la dirección deben atender simultáneamente su grupo y las tareas administrativas, pedagógicas y de gestión, lo que merma su rendimiento en ambas funciones, además de que no les beneficia en sus percepciones quincenales, por lo que pueden optar por buscar mecanismos extrasalariales para compensarse a sí mismos.
  2. Ausentismo en el aula
    Los docentes que también son directores suelen ausentarse del salón de clases para atender asuntos escolares de carácter directivo, lo que afecta la continuidad pedagógica y genera vacíos en el aprendizaje.
  3. Retraso en trámites escolares
    Boletas, constancias, certificados, inscripciones y trámites oficiales se retrasan por falta de tiempo y recursos humanos, afectando a estudiantes y familias.
  4. Pérdida del principio de autoridad
    El maestro-director, al no contar con el respaldo institucional completo, enfrenta dificultades para ejercer liderazgo efectivo entre sus pares, lo que genera desorden y debilita la gobernabilidad escolar.
  5. Conflicto de interés
    Supervisarse a sí mismos crea una contradicción ética y operativa, pues impide procesos de evaluación y mejora institucional honestos, imparciales y transparentes.
  6. Deterioro de la convivencia escolar
    La ausencia de una figura de autoridad clara contribuye a la aparición de conflictos entre docentes, alumnos y padres de familia, sin una instancia mediadora efectiva.
  7. Desigualdad entre planteles
    Las escuelas con director titular tienden a acceder más fácilmente a apoyos, programas y recursos, mientras que las que carecen de él permanecen marginadas y en rezago, por no tener la misma capacidad técnica, de gestión y facilidades para desplazarse a hacer trámites, a entregar solicitudes o a buscar funcionarios.
  8. Falta de planeación estratégica
    Sin liderazgo profesionalizado, muchas escuelas operan solo bajo la lógica de la inmediatez, sin planeación a mediano o largo plazo en lo pedagógico ni en lo organizacional.
  9. Desarticulación del trabajo colectivo
    La función del director es clave para coordinar consejos técnicos, impulsar proyectos colectivos y fomentar la colaboración; su ausencia debilita el tejido profesional entre docentes.
  10. Desmotivación del personal
    El desgaste, la falta de reconocimiento y las disputas internas minan el ánimo de trabajo, reducen el compromiso y generan rotación o abandono del servicio, ya que, por principio de cuentas, estar duplicando funciones rompe la lógica de la promoción vertical, al enviarse el mensaje perverso de que, un ascenso a ser director implica doble trabajo y misma paga.
  11. Mala gestión de recursos
    La ausencia de un directivo capacitado para ejercer la función y además saturado en responsabilidades pedagógicas puede generar uso ineficiente o incluso pérdida de recursos materiales, financieros y humanos destinados al plantel.
  12. Limitación en la vinculación comunitaria
    El director también cumple un rol fundamental como interlocutor entre la escuela y la comunidad. Su ausencia o duplicidad de funciones debilita los lazos con madres, padres, tutores y autoridades locales, a quienes no puede dedicarles el mismo tiempo y atención de calidad.
  13. Falta de seguimiento a la mejora escolar
    Los procesos de evaluación institucional, seguimiento a aprendizajes, detección de riesgos educativos y atención personalizada quedan debilitados sin un liderazgo constante ni exclusivo.
  14. Pérdida de identidad institucional
    Escuelas sin dirección clara enfrentan mayores problemas de desorganización, identidad débil y desintegración de sus normas, valores y cultura escolar.
  15. Invisibilidad del problema ante autoridades superiores
    Al asumir informalmente la dirección, los docentes ocultan parcialmente la falta de personal, lo que perpetúa la negligencia institucional y evita que el problema se registre y se atienda como prioridad, precarizándose al plantel que opera con una plantilla de personal incompleta y saturada a la vez.

La falta de directores escolares no puede seguir siendo normalizada ni cubierta con parches administrativos. Es urgente que las autoridades educativas federales y estatales asuman con responsabilidad y voluntad política la solución de esta problemática estructural.

Por lo anterior, es momento de que la Secretaría de Educación Pública (SEP), las autoridades estatales educativas y el poder legislativo tomen medidas en pro de:

  1. Diseñar un programa nacional de regularización de plazas directivas en educación básica, con prioridad en zonas rurales, indígenas y de alta marginación, que aparezca cargado en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 y se radique en las entidades federativas a través del FONE.
  2. Crear carreras profesionales directivas con incentivos económicos, estabilidad laboral y una carrera a largo plazo para quienes deseen ejercer el liderazgo escolar, libres de conflictos de intereses y del pago de favores a grupos sindicales o gremiales, como el SNTE o la CNTE.
  3. Fortalecer los sistemas de evaluación, promoción vertical, formación inicial y continua para directores escolares, con formación específica, a través de diplomados, especialidades y maestrías.
  4. Transparentar más detalladamente las cifras oficiales del déficit de personal directivo por entidad federativa, nivel educativo y tipo de sostenimiento (federalizado, estatal, indígena, comunitario).
  5. Asegurarse de que ningún docente sea obligado a asumir funciones directivas sin nombramiento oficial, sin remuneración y sin respaldo normativo, evitando que reciba coerción por parte de sindicatos, grupos disidentes gremiales, partidos políticos o funcionariado, que pretendan “cobrarle el favor”.
  6. Revisar las políticas de compactación de plazas que han favorecido el ahorro presupuestal por encima del derecho a una educación con dirección profesional en la nación.

En suma, una escuela sin un director que funja exclusivamente como tal es una escuela sin brújula. Invertir en liderazgo escolar es invertir en el futuro educativo del país. Es momento de reconocer y resolver este problema con la seriedad que exige para transformar la realidad educativa nacional.

Por ello, las escuelas sin director formalmente establecido deben dejar de ser planteles de segunda categoría. No debe de perderse de vista el objetivo: cuando una escuela cuenta con un director que se dedica exclusivamente a ejercer su función, se beneficia toda la comunidad. El aprendizaje mejora, el ambiente escolar se fortalece, los recursos se gestionan de manera más eficiente y se garantiza una mayor protección a los derechos de las y los estudiantes. Pero para que esto sea posible, es indispensable que las autoridades educativas impulsen políticas claras que reconozcan y fortalezcan el rol directivo.

Es urgente que se profesionalice su ingreso, que se les brinde formación y acompañamiento, y que se les otorgue mayor autonomía para tomar decisiones contextualizadas, liberándolos de tareas ajenas a su función para que puedan liderar con visión, justicia y eficacia. Solo así podremos construir escuelas donde verdaderamente se aprenda, se conviva y se construya la esperanza de una sociedad mejor.

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