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La Familia Burrón

FUENTE: A Tiempo Noticias / Destacadas / Salvador Hurtado

Ciudad de México, 23 de junio de 2025.- Hace no mucho en una entrevista realizada al actor Rafael Inclán sobre su trayectoria artística y algunas vivencias de su adolescencia. Cuando se le pregunto cómo fue su paso por la escuela, con su característico buen humor; su respuesta fue- Yo como Regino… “¡Burrón!”-. Alguna ocasión tendría yo más menos 8 años, al observar y escuchar las risas del tío Miguel  hermano de mi madre al que pregunte con curiosidad,- de que se ríe tanto tío-, su respuesta fue;- estoy leyendo las ocurrencias de la familia Burrón-.

Me parece que son muchos los que aún recuerdan aquella revista que se editaba de La Familia Burrón, fue y es una historieta mexicana creada por Gabriel Vargas fallecido hace 15 años, que narra las aventuras de una familia de clase baja en la Ciudad de México. La historieta comenzó a publicarse en 1948 y continuó hasta 2009, convirtiéndose en una estampa de la cultura popular mexicana. La familia está compuesta principalmente por Don Regino Burrón, dueño de una barbería llamada «El Rizo de Oro», su esposa Borola Tacuche, sus hijos Macuca y Regino, y su perro Wilson. La historieta se caracteriza por su humor, lenguaje peculiar y por retratar la vida cotidiana de los barrios de la Ciudad de México.

Aunque nuestro escritor Gabriel Vargas nació en toponimia conocida como capital viejita de Tulancingo, una pequeña población del estado de Hidalgo; al morir su padre fue a vivir a la ciudad de México, exactamente en el corazón, en la calle de Moneda, a espaldas del Palacio Nacional. La historia y la vida pueden entenderse mejor con la historieta, con los rostros caricaturizados de una sociedad que trata de salvar lo mejor de sí misma al mirarse en un espejo, al reírse y descubrir lo que es, sobre todo cuando el retrato ha sido dibujado durante casi ocho décadas por uno de los genios del arte mexicano, llamado Gabriel Vargas.

Vargas a través de vivencias y tratos con habitantes de clase popular en los alrededores del centro de la ciudad de México, a los que retrató e inmortalizó en sus dibujos, sus costumbres y modismos: la matriarca Borola Tacuche de Burrón, su esposo Don Regino Burrón y su inolvidable peluquería El Rizo de Oro, así como sus hijos Regino chico, Macuca, bueno hasta el perro quedaron para la historia en el país, por todo el éxito plasmado a partir de la indagación he inspiración de personas reales en los barrios pobres del DF. Era la llamada «Edad de Oro» de la historieta mexicana según han definido especialistas como el escritor Carlos Monsiváis (+) en su momento.

Todos los términos que aparecieron en la historieta La Familia Burrón, creada por ese legendario caricaturista, fueron apegados jocosamente a la conducta y cultura chilanga que nos suponemos hasta ahora sin cambios como acertadamente el artista recrea las vicisitudes de una pintoresca familia mexicana que vive en el Callejón del Cu, Borola Tacuche siempre quiso abandonar el vecindario pobre donde vivía, en el número chorrocientos de dicho callejón, y volver «a la jai», su forma de decir high society a la que decía pertenecer. Pero su marido, Regino Burrón, dueño de la peluquería «El Rizo de Oro«, nunca tuvo con que cubrir sus sueños.

Así, para salir de la pobreza Borola hizo de todo: construir una nave espacial a partir de una licuadora y un tanque doméstico de agua; inaugurar una línea de «taxis flotantes» para aprovechar las frecuentes inundaciones en Ciudad de México y hasta promoverse como «encueratriz», excéntrica versión mexicana de bailarina nudista.

La historia siempre tuvo el mismo final: la atareada mujer que se resigna feliz a su destino al lado de su familia, compuesta por sus dos hijos adolescentes y un menor, adoptado. Vargas fue un protagonista fundamental en ese período, pues fue autor de varios cómics exitosos que reflejaban el cambio social que vivía el país en ese entonces, cuando aún se superaba la Guerra Cristera que dejó miles de muertos. Ese fue el tiempo en que la sociedad mexicana empieza a cambiar su perfil de rural a urbana, y con ello se genera una fuerte expectativa de movilidad social, sobre todo en las familias de escasos recursos como los Burrón, así lo señalan investigadores en la materia. «Reflejó mucho las fases de la pobreza en México», enjuicio  Luis Gantús, experto y conocedor del arte secuencial, creador en 1994 de la primera convención de historietas en México. Además, Gantús aseguro que las historietas cumplieron una tarea adicional al entretenimiento, pues fueron un vehículo eficaz de alfabetización.

Es un abreviado el resumen que se agrega en este texto el de La Familia Burrón, cómic clásico en México que según expertos de la literatura y cultura general reflejó la vida cotidiana de los habitantes pobres de la capital del país, durante la mayor parte del siglo pasado.

Los personajes

Una muestra del reflejo social de La Familia Burrón son algunos de sus protagonistas, y que según Gantús explican la vida cotidiana de los capitalinos en esos tiempos:

Ruperto Tacuche, hermano de Borola y ladrón regenerado que sufre por alejarse de su pasado.

Titino Tinoco, ex funcionario público quien se hizo millonario con su empleo en el gobierno.

Doña Gamucita viuda de Pilongano, anciana que lava ropa ajena durante largas jornadas para mantener a su hijo Avelino, que se cree poeta y escritor.

Susano Cantarranas y La Divina Chuy, enfermos alcohólicos que abandonaron a su hijo Foforito, adoptado por Los Burrón.

Y por supuesto, la familia central y protagonistas estelares: Borola y Regino, así como sus hijos Macuca, Regino chico, Foforito y Wilson, un perro de raza indefinida. Fuera de época

¿Se parecen Los Burrón a las familias mexicanas del siglo 21?

El escritor Carlos Monsiváis sostuvo hasta poco antes de su fallecimiento el 19 de junio de 2010, que la historieta seguía vigente porque los problemas sociales y políticos que se denuncian aún permanecían. Pero Luis Gantús opina distinto. «Es difícil que un joven de 16, 17 años pueda entender la historia. No refleja la sociedad actual». Y es que una de las claves del éxito del cómic en esas décadas fue la crítica velada a la corrupción política, una costumbre añeja en México y que ahora se practica de manera abierta. ¿Será?.

Pues me parece que si… En esto si coincidimos con el Maestro Monsiváis, porque efectivamente algunas generaciones con sus excepciones, sabe la existencia de esos genios que como el que esto escribe, estamos atentos en lo que se produce y se publica cuando menos de dos décadas anteriores a la fecha. De inmediato nos percatamos de que los comediantes actuales, han podido trascender gracias al intelecto y a las obras de personajes de la generación de Gabriel Vargas por cierto en peligro de extinción. Lo verídico es que en México, coexisten varios programas de comedia que parodian o hacen referencia a comics, libretos y comedias cambiando de nombre a personajes y por supuesto a las propias obras de antaño.

Algunos ejemplos notables incluyen, «El Privilegio de Mandar», que satiriza la política mexicana, y «Me Caigo de Risa», que se basa en formatos de improvisación y sketches, a menudo inspirados en la cultura, series televisivas y guiones anteriores. Además, programas como «La Carabina de Ambrosio«, «¿Qué Nos Pasa?» inclusive de ahí la mayoría de los personajes con otros nombre que utilizan programas como los de Eugenio Derbez, Adrián Uribe, Omar Chaparro, Adal Ramones, entre otros que han copiado personajes que en décadas pasadas sentaron precedentes en la comedia escrita, de teatro, de cine y televisión entre otras presentaciones.

«Decir que la mayoría de políticos, empresarios, actores, religiosos y otros especímenes, son trinqueteros no es nuevo. La tradición tiene muchos años». ¿O que piensan ustedes?

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