Y en todo esto, ¿dónde entra el papel de las gestoras y gestores culturales?
Gabriela Anguiano, colaboradora La Voz de Michoacán
Les saludo con enorme gusto, deseando que desde el lugar en donde se encuentren leyendo éstas líneas, estén muy bien. Esta sección semanal, que hemos decidido dedicarla a hablar de la gestión cultural, nos ha permitido en abordajes anteriores conocer sobre el concepto y los antecedentes de la gestión cultural, así como identificar a las y los agentes culturales que la integran, desde las distintas maneras que existen de nombrarles. En esta ocasión, he decidido compartirles sobre un tema que es mucho más cercano de lo que imaginamos, aún cuando pudiéramos sentirnos lejos: la gestión cultural y el patrimonio.
Me gustaría empezar preguntándoles ¿qué ejemplos de patrimonio se nos vienen a la mente cuando escuchamos este concepto? ¿qué es el patrimonio y quiénes lo integran? La respuesta es mucho más simple de lo que podemos imaginar: el patrimonio es todo aquello que una comunidad considera importante y valioso para ella. Hernández Valencia (2019, p. 291) afirma que “el patrimonio vive porque es útil para alguien, porque le significa a alguien y porque es importante para alguien”. Si observamos nuestro barrio o colonia de la ciudad o territorio donde vivimos, o el campo cultural en el que desarrollamos nuestra labor (Mariscal, 2019), ¿qué lugares, espacios, tradiciones, costumbres o historias encontramos? ¿son importantes para la comunidad?
A lo largo de la historia, la humanidad ha ido integrando un gran legado cultural, el cual reconocemos, valoramos y deseamos conservar, a ello lo nombramos patrimonio cultural o histórico (González Varas, I. 2015). Existe una amplia clasificación del patrimonio, pero el punto de partida para referirnos al concepto en general es Patrimonio Integral (Querol, 2010). Con ello nombramos tanto al patrimonio natural como al patrimonio cultural o histórico; el primero hace referencia a todo aquello que existe en nuestro planeta y que ha estado ahí independientemente a la existencia del ser humano, donde se encuentran las bellezas naturales. Por otro lado, está el patrimonio cultural o histórico, que es aquel que se deriva de las interacciones del ser humano una vez que habita el mundo. Éste último puede ser material e inmaterial. También existe la clasificación de patrimonio mixto, el cual está integrado por bienes que conjuntan patrimonio natural y el histórico o cultural.
El patrimonio material hace referencia a toda la herencia tangible que podemos observar a través de los monumentos, edificios, esculturas, pinturas, arquitectura, murales, etc., por otro lado, el patrimonio inmaterial es todo aquello que no vemos materializado pero que de igual forma sabemos que existe, como las tradiciones, festividades, rituales, técnicas artesanales, saberes, etc.
Y en todo esto, ¿dónde entra el papel de las gestoras y gestores culturales? Hernández Valencia (2019) afirma que “no se puede gestionar aquello que no conocemos y que no hemos entendido en su contexto”, de ahí la importancia de acercarnos a las comunidades con las que buscamos trabajar, con el objetivo de establecer un vínculo honesto y cercano, que nos permita identificar en dónde están colocados los valores asignados por la propia comunidad.
El mismo autor referido propone el concepto de gestión del patrimonio cultural como “la articulación de estrategias para diagnosticar, conocer, conservar, preservar y difundir a los distintos patrimonios de las comunidades con el apoyo de los agentes involucrados en su uso, conocimiento y acción cultural”, proponiendo un esquema para la producción de modelos de gestión del patrimonio cultural en donde los objetivos generales son: conocer, conservar, preservar y difundir; estableciendo cinco aspectos a considerar para darle forma al modelo que atenderá la necesidad o problemática identificada, los cuales son: tipo de proyecto, enfoque, propósito, ámbito y financiamiento (Hernández, 2019, pp. 287 y 288).
El patrimonio cultural debe vivirse, habitarse y difundirse, sin estancarnos en la idea de que es algo “sagrado” e inaccesible; en la medida que esta visión sea difundida, habrá más posibilidades de sus cuidados y preservación. El patrimonio natural y cultural está en constante cambio, si bien la intervención del ser humano ha hecho aportaciones importantes al patrimonio integral desde diversos ámbitos incluído el tecnológico, también ha generado grandes afectaciones por medio de la invasión a zonas protegidas, modelos de desarrollo extractivista, guerras que ocasionan destrucción, sobreexplotación turística, falta de políticas públicas que promuevan la conservación o restauración, entre otros.
A partir de 1978 y hasta el día de hoy, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), ha declarado un total de 1174 bienes naturales y culturales como patrimonio mundial, de los cuales 136 corresponden a América Latina y el Caribe, y de ellos, 35 están en México, siendo éste el país con mayor cantidad de bienes declarados patrimonio de la humanidad.
Es verdad que el patrimonio es historia, pero la historia se construye diariamente en el presente. La lectura de esta página, ya es historia. Entonces compañeras y compañeros que trabajamos en el ámbito cultural, desde nuestros espacios de incidencia ¿qué papel decidimos tener en esta historia que estamos construyendo?
Gabriela Anguiano Zamudio. Gestora Cultural Mexicana. Bisexuala. Antipatriarcal. Amante de las plantas y de lxs michis. Sembradora. @gaviottaenvuelo en todas las redes.