Morelia, Michoacán
Es el día de Santiago y la tenencia moreliana de Capula viste sus mejores galas, para acudir al epicentro de la devoción y la esperanza: la parroquia de Santiago Apóstol.
Edificada en el siglo XVI, la parroquia de Santiago Apóstol fue obra de la orden de los franciscanos, como parte de la gran utopía del soñador español Vasco de Quiroga, quien quiso materializar la Utopía, de Tomás Moro, en los pueblos indios de Michoacán.
Apenas ha finalizado la celebración eucarística donde decenas de niños recibieron por vez primera la sangre y la carne de Jesús, y la solemnidad va dejando paso a la algarabía de la foto del recuerdo, los abrazos y la cita para comer, cuando, rodeado por su rebaño, el padre Roberto Plancarte Martínez refiere la fiesta, la fe y la historia.
“A lo largo de un mes nos hemos preparado para honrar a Santiago Apóstol, quien cabalga a lomos de un corcel, como lo hiciera en la lucha por España entre moros y cristianos”, explica.
Papel protagónico desempeñan los niños y las niñas de Capula, los Caballeritos de Santiago, la vanguardia en la conservación de la fe católica y la esperanza por otro mundo posible.
“En las semanas anteriores a la fiesta grande, la imagen de nuestro santo patrono recorrió las casas de los Caballeritos, para hacer el rezo del rosario. En los días en torno de la fiesta grande y en esta, tenemos primeras comuniones, confirmaciones, cantos, rezos y alabanzas, que gozan de una gran participación de la gente, todas encaminadas a cultivar el amor por el Caballero de Jesús”, expuso.
La jornada se dedica a fortalecer y vivir la devoción, sobre todo, entre los más pequeños, los Caballeritos armados con su inocencia.
El momento cumbre es la misa oficiada por el arzobispo coadjutor de Morelia, José Armando Álvarez Cano.
Pero también hay tiempo para la alegría y la diversión, que conforman la más pura oración que puede elevar el corazón.