Socavones en Morelia y coladeras abiertas representan un peligro constante para conductores y peatones.
Un socavón en la calle Bucareli de la colonia Vasco de Quiroga, en calle músicos de Tiríndaro, y una coladera sin tapa en el cruce de Camelinas y Enrique Ramírez, frente al establecimiento Mythos, son claros ejemplos de los riesgos que enfrenta la ciudadanía ante el abandono de las vialidades de Morelia.
En plena temporada de lluvias, estos daños representan un peligro mayor. La acumulación de agua oculta los socavones y las coladeras abiertas, haciendo casi imposible para los automovilistas y motociclistas detectar el peligro a tiempo.
Esto incrementa el riesgo de accidentes, daños materiales e incluso tragedias humanas, y las pérdidas económicas para los propietarios de vehículos no son menores.
Las llantas reventadas, rines deformados, suspensiones averiadas y carrocerías dañadas se han convertido en el saldo cotidiano de quienes circulan por las calles y avenidas deterioradas de la ciudad.
Lo mismo ocurre con los motociclistas y ciclistas, cuyas vidas corren peligro en cada trayecto debido a la falta de mantenimiento de la infraestructura urbana.
A pesar de los constantes compromisos asumidos por las distintas administraciones municipales y estatales de Morelia para atender esta problemática, los baches, hundimientos, coladeras abiertas y socavones siguen multiplicándose en diversos puntos de la ciudad.
Las promesas de restaurar las vialidades quedan como parte del discurso de cada campaña electoral, mientras los ciudadanos sortean los daños como parte del paisaje urbano.
El socavón de la calle Bucareli no solo afecta a quienes transitan por la zona, sino que evidencia la falta de atención a colonias populares como Vasco de Quiroga, donde los vecinos, ante la ausencia de señalización oficial, recurren a soluciones como colocar ramas o, como en este caso, a los propios músicos de Tiríndaro, que advierten a los conductores del peligro.
En el cruce de Camelinas y Enrique Ramírez, el riesgo es aún mayor por la alta afluencia de vehículos.
La coladera sin tapa, ubicada justo en un semáforo y en un punto de intenso tráfico, es una trampa latente que obliga a los conductores a maniobras bruscas para evitar caer en el hueco, lo que puede derivar en choques y atropellamientos.
La temporada de lluvias apenas comienza y ya pone a prueba la resistencia de una infraestructura urbana rebasada por el tiempo y el abandono.
La ciudadanía espera acciones concretas de las autoridades antes de que estos daños deriven en incidentes irreparables.