Rodríguez vive su agonía desde una marginalidad asumida y desde una pregunta devastadora: ¿cómo vivir la transfiguración del “nudo gordiano” de la libertad, acaecida en un poder que paulatinamente va perdiendo sus elementos fundadores?
Simón Rodríguez nació en 1769 en Caracas y murió en 1854. Educador, político y filósofo, Rodríguez es identificado como el formador intelectual de Simón Bolívar; sin embargo, es desterrado de la esfera del poder de Bolívar y su destino se convierte en el lado oscuro de la utopía bolivariana.
Rodríguez vive su agonía desde una marginalidad asumida y desde una pregunta devastadora: ¿cómo vivir la transfiguración del “nudo gordiano” de la libertad, acaecida en un poder que paulatinamente va perdiendo sus elementos fundadores? El poeta cubano José Lezama Lima, a mediados del siglo XX, va en busca de la imagen que pueda precisar el drama de Simón Rodríguez. Un encuentro entre el maestro y el discípulo, ocurrido en Lima en 1825, ilustra la tragedia de Rodríguez.
Escribe Lezama Lima sobre Rodríguez: “Se desmonta de su caballo, y en salón de recepciones Bolívar lo abraza con temblor. Pero entre el atuendo de la grandeza sin medida, ahí está Rodríguez con su vieja miseria, con el fracaso en Chuquisaca, con su mula de recorridos inmensos desde Bogotá hasta el lago Titicaca, con su orgullo, con su fábrica de velas de sebo... Y la infamia nuestra siempre dispuesta a herir con espolón de cobre, en muchas de esas distancias, se le exige tomar partido en contra de Bolívar, para lograr facilidades de subsistir.
Pero el buen viejo, tan seguro en su destino de fracasos como Bolívar en su destino titánico, en una carta que le dirige a Bolívar, le dice: “¿Qué voy a hacer yo en América sin usted?” Bolívar vive ya en el gran escenario de la transfiguración histórica de los destinos, y Rodríguez vive en el acarreo invisible, en el demonio de los mesones, en el esplendor de la pobreza, y aunque Bolívar lo recuerda y lo quiere, la divergencia se hace más peligrosa para Rodríguez, que se ve obligado, ya maduro, a fabricar el itinerario de sus días con dificultades acrecidas por lo desigual de la intención”.