El entorno digital no solo facilita la coordinación delictiva y el anonimato, sino que ha multiplicado el alcance del reclutamiento
La Haya. Las redes criminales en Europa recurren cada vez más a menores y jóvenes sin antecedentes para ejecutar actos violentos por encargo, un fenómeno bautizado por Europol como “violencia como servicio” y que está creciendo gracias a la digitalización del crimen y el uso de sistemas cifrados, inteligencia artificial y redes sociales para reclutar.
En este modelo, los delincuentes dividen el proceso en cuatro roles: instigadores, que ordenan y financian el delito; reclutadores, que contactan a posibles autores a través de plataformas de mensajería o videojuegos; facilitadores, que aportan logística y recursos; y autores materiales, muchas veces menores elegidos por su supuesta invisibilidad ante las fuerzas de seguridad.
Esta fragmentación permite a las redes criminales diluir responsabilidades, dificultar la trazabilidad hacia las “mentes maestras” y manipular con facilidad a jóvenes vulnerables, subrayó este jueves Europol.
El entorno digital no solo facilita la coordinación delictiva y el anonimato, sino que ha multiplicado el alcance del reclutamiento. Antes, captar a jóvenes requería presencia física en barrios o grupos específicos; ahora, un solo mensaje cifrado o una campaña encubierta en redes sociales puede llegar a miles de adolescentes simultáneamente.
El reclutamiento es calculado: se explotan vulnerabilidades sociales, se romantiza un estilo de vida violento y lujoso, y se ofrece dinero rápido o estatus. En algunos casos documentados por Europol, se han ofrecido hasta 20.000 euros a menores para cometer un asesinato, y sumas menores para actos de tortura o intimidación.
En un encuentro en La Haya con prensa internacional, incluida Efe, la directora ejecutiva de Europol, Catherine De Bolle, advirtió de que el “ADN” del crimen grave y organizado en Europa está cambiando a una velocidad inédita.
“Se está volviendo cada vez más desestabilizador para nuestras sociedades, se nutre más que nunca del entorno digital y está acelerado por la inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes”, señaló.
“Las amenazas criminales de hoy son transfronterizas, digitales y dinámicas”, explicó, y alertó de que el 85 % de las investigaciones criminales dependen ya del acceso a datos digitales. La falta de cooperación y la fragmentación de competencias entre los 27 países miembro dan margen a las redes para explotar vulnerabilidades, subrayó.
Europol puso en marcha en abril el Grupo Operativo OTF GRIMM, liderado por Suecia y con la participación de Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Países Bajos y Noruega, para combatir este fenómeno.
La iniciativa busca coordinar investigaciones, mapear métodos de captación y monetización, y cooperar con empresas tecnológicas para frenar el reclutamiento en redes sociales de estos menores y jóvenes sin antecedentes penales.
En enero, la operación transfronteriza Fusion -desplegada tras una disputa en el narcotráfico en Colonia- permitió arrestar a 23 sospechosos vinculados a atentados con explosivos y secuestros en Alemania, en parte perpetrados por delincuentes neerlandeses contratados para represalias violentas. Las redadas incautaron armas modificadas, explosivos, drogas, teléfonos y 20.000 euros en efectivo.
Según la agencia, hay indicios de que algunos de estos ataques habrían sido ejecutados por menores, lo que refleja una tendencia creciente.
“Hemos visto casos de niños de 10, 11 o 12 años implicados en asesinatos o torturas por encargo”, alertó De Bolle, añadiendo que los menores ya no son protegidos por las redes, sino tratados como “piezas de usar y tirar: si perdemos uno hoy, reclutamos otro mañana”.
También defendió la necesidad de un acceso efectivo a datos digitales y de reforzar la colaboración con el sector privado, y pidió más acuerdos estratégicos con países clave en el tráfico de drogas, como Ecuador, y mayor coordinación con América Latina.
La Comisión Europea también ha propuesto duplicar los recursos de Europol para reforzar su papel como plataforma de cooperación policial. El objetivo, según De Bolle, es cerrar brechas de inteligencia, llevar tecnología de vanguardia a todas las policías de la Unión Europea y actuar no solo en apoyo, sino también como catalizador de operaciones conjuntas a nivel global.
“Si no actuamos ahora”, advirtió, “corremos el riesgo de que la violencia como servicio y el reclutamiento masivo de menores por redes criminales se conviertan en una amenaza estructural para la cohesión de nuestras sociedades”.
Por eso, recalcó, “la seguridad no es un fin en sí mismo, es la base para que las personas confíen en que las leyes se cumplen y que las instituciones funcionan”.