No puedo más que sentir una nostalgia festiva por Eddie Palmieri, por Celia Cruz, por Héctor Lavoe, por todos estos pregoneros del deseo y de la eternidad de la música
Gustavo Ogarrio
Yo no sabía que un oleaje de trompetas, timbales, pianos, contrabajos, voces y letras que se tarareaban en los labios de la gran urbe de la Ciudad de México, en los albores de su era post-apocalíptica, era precisamente este otro momento histórico de la extensión cultural del Caribe en las urbes latinoamericanas en los años ochenta del siglo XX.
Mis padres habían escuchado con fervor y bailaron en los salones de baile defeños de la todavía capital diamantina, en las décadas del cincuenta y del sesenta, a Pérez Prado, Benny Moré, Mariano Merceron, a la Sonora Matancera, al Trío Matamoros… El Caribe era, en su definición de larga duración y en palabras de Antonio García de León, “el mar de los deseos” cuya espuma también llegaba a ciudades como el entonces Distrito Federal y Nueva York. El mar Caribe era nuestro Mediterráneo en contrapunto histórico con la hegemonía cultural anglosajona y que, con su oleaje de canciones, de instrumentos y voces, producía una acumulación de deseos formalizados en la música y que se expresaban en invenciones como el mambo y la misma salsa.
Eddie Palmieri, Rubén Blades, Willie Colón, Tite Curet Alonso y Celia Cruz, entre muchos otros, le imprimieron a la salsa un sello poético y narrativo, social y político que “coincidía” con el movimiento afroamericano por los derechos civiles y el movimiento chicano.
Me quedo pensando en al arte doméstico de tararear todas estas canciones y cómo su poesía y sus crónicas cantadas atraviesan el tiempo acumulado en el baile entre diferentes generaciones, como si fuera la historia secreta del oleaje de nuestros deseos, como ese mar Caribe cuya acústica es también una improvisación eterna, en palabras de García de León. No puedo más que sentir una nostalgia festiva por Eddie Palmieri, por Celia Cruz, por Héctor Lavoe, por todos estos pregoneros del deseo y de la eternidad de la música.