¡AL MINUTO! AYER Y HOY | Crónicas deportivas del box de Morelia

Libertad de expresión en un mundo posmoderno

FUENTE: Contramuro Noticias en Michoacán / Opinión /

La libertad de expresión en un mundo posmoderno es vital para discernir la verdad en medio de la confusión actual.

South Park, la irreverente, multi-galardonada y polémica serie de televisión para adultos creada por Trey Parker y Matt Stone para el canal Comedy Central, emprendió una nueva sátira de humor negro dirigiendo su descarnada crítica al presidente de los Estados Unidos. En un nuevo capítulo con el que inicia su temporada número 27 Donald Trump es ridiculizado a través de situaciones en las que es comparado con Sadam Husseín y en las que se mencionan sus relaciones con el líder de una red internacional de explotación sexual de menores.

Jeffrey Epstein, el millonario pederasta que sospechosamente fue encontrado en su celda, aparentemente víctima de suicidio, aparece recurrentemente en fotografías al lado de Donald Trump y, cada vez más, abundantes pruebas de relaciones con menores apabullan al presidente. Evidentemente ha sido él mismo quien promoviera una supuesta persecución contra los pederastas ligados a Epstein, como recurso para llegar nuevamente a la presidencia. De modo que hoy sus propios seguidores le exigen que cumpla con la exhibición de una lista de personajes vinculados a ese nefando crimen y su gobierno la sigue escamoteando.

Desde este complejo panorama, en el que se debate la moral sexual de Trump y la ilegalidad de su pasado, aparece el espinoso capítulo animado en el que Satanás rechaza sus requerimientos sexuales y el presidente termina vagando por el desierto totalmente desnudo y con un falo diminuto, para promocionar su grandeza. Increíblemente, el riesgo de una cancelación del programa por el grotesco retrato que hace de Donald Trump hasta ahora se ha reducido a una descalificación del episodio al que la Casa Blanca define como de “mala calidad”, “decepcionante”, “obsoleto” y “sin ideas frescas”, a pesar de haber vendido la exclusividad del programa a Paramount por 1,500 millones de dólares (uno de los tratos más costosos en la historia del entretenimiento).

Además, la acostumbrada táctica trumpista de invertir los hechos y vanagloriarse de auto-designaciones, como que el programa “no puede empañar la racha histórica del presidente Trump”, intenta invalidar la crítica planteada como irrelevante, describiéndola tan insignificante como la representación de sus genitales.

En términos más amplios, el dominio generalizado de la mentira que circula en las redes sociales, alternando su aparición con hechos verdaderos e importantes, llega a hacer parecer a la verdad como algo intrascendente. La relación permanente de grandes mentiras y algunas verdades que pasan desapercibidas debido a la incertidumbre producida, disminuye la potencia de la crítica auténtica y hace de las denuncias importantes algo inocuo. Y no es que la verdad sea irrelevante como querría el cínico servidor de la derecha, Raymundo Riva Palacio, es todo lo contrario.

Resulta imprescindible señalar que la proliferación de falsedades dificulta la necesaria elucidación de las verdades. Y la única protección que el horizonte posmoderno nos ofrece ante la recurrente negación de la verdad con que se intenta disminuir y sepultar los hechos es mantener la relación imprescindible entre libertad de opinión y libertad de pensamiento, como sostiene la filósofa francesa Simone Weil.

La libertad de expresión de nuestras opiniones no debe restringirse, aunque ello implique el riesgo de esgrimir más mentiras. Pero en esa irremediable confusión que produce la indeterminación de una realidad que se aparece como impenetrable, es imposible renunciar a la capacidad humana de pensar, es decir, de discernir lo verdadero de lo falso, como sostiene la filósofa política Hannah Arendt.

Finalmente debemos cuestionar ¿para qué sirve la libertad de opinión si no pensamos por nosotros mismos? Sin libertad de pensamiento la opinión es vacía. Si no podemos distinguir lo verdadero de lo falso, lo importante de lo nimio, lo edificante de lo destructivo, lo sublime de lo ofensivo, es inútil poder expresarnos. Sólo si pensamos vale la pena expresar opiniones. Por otra parte, acostumbrarnos a juzgar racionalmente la realidad es la única vía para escapar de la mentira. La libertad de expresión solo puede sostenerse en una auténtica libertad de pensamiento. Pensando identificamos lo valioso de lo inauténtico, lo real de lo deliberado, la crítica profunda planteada por South Park de la interesada deformación de la verdad que la postura trumpista nos propone.

La irrenunciable libertad de pensar es el camino, la luz que permite penetrar la oscuridad de la mentira. Para qué serviría que los inventores de la serie en mención utilizaran sus recursos creativos para mostrar aspectos de la realidad no cuestionados, como lo han hecho desde hace 28 años, si no somos capaces de identificar el valor de verdad de sus productos. Al impugnar dogmatismos religiosos, políticos y sociales como la pederastia, el autoritarismo y muchos otros, a través del humor ácido al que nos tienen acostumbrados, estos grandes artistas de la cultura popular desafían los prejuicios más arraigados de la hipocresía contemporánea.

La profundidad de su crítica, su irreverencia, no es el producto sólo de la valentía que se requiere para expresar sus opiniones, en el fondo su creatividad y la fortaleza de su juicio es producida simple y llanamente por la potencia y libertad de su pensamiento. Y somos capaces de valorar las verdades que expresan, gracias a nuestra propia capacidad de pensamiento.

OTRAS NOTICIAS