El sufrimiento profundo no viene de lo que pasa, sino de lo que pensamos sobre lo que pasa
América Fernández, colaboradora La Voz de Michoacán
A veces parece que todo nos pasa al mismo tiempo: problemas familiares, noticias que duelen, el cuerpo que no responde como quisiéramos, la vida que no se acomoda. Y creemos que, para dejar de sufrir, necesitamos que algo allá afuera cambie. Que alguien se disculpe, que llegue el trabajo ideal, que mejore la salud, que nos comprendan. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que no necesitas que nada cambie para dejar de sufrir?
El sufrimiento profundo no viene de lo que pasa, sino de lo que pensamos sobre lo que pasa. Esa voz interna que dice “esto no debería estar pasando”, “esto es injusto”, “no voy a poder con esto”. Esos pensamientos, que muchas veces ni cuestionamos, son el verdadero origen de nuestro malestar.
La mente crea una historia alrededor de lo que vivimos, y si no aprendemos a observarla con claridad, terminamos creyéndola como una verdad absoluta. Pero la verdad es que los pensamientos no son la realidad. Son narraciones mentales. Algunas nos empoderan, otras nos desgastan.
Cuando logramos separar lo que está sucediendo de lo que pensamos sobre eso, aparece un espacio de libertad. La realidad, sin el juicio, es mucho más neutra y mucho más amable de lo que creemos. No se trata de negar el dolor o forzar el positivismo, sino de aprender a mirar con ojos más claros. A preguntarnos: ¿esto que estoy pensando es verdad? ¿Puedo estar segura? ¿Qué pasaría si no lo creyera?
Dejar de sufrir es, muchas veces, un acto de rendición. De aceptar que lo que es... es. Y desde ahí, soltar la resistencia y confiar. Confiar en que la vida está de nuestro lado, aunque no lo entendamos todo de inmediato. Confiar en que podemos sostenernos, incluso si afuera nada se acomoda aún.
Así como elegimos con conciencia lo que comemos, también podemos elegir los pensamientos que nos nutren. No todos los pensamientos merecen nuestra energía. Y los que sí, nos abren a la paz, al amor, a la confianza. Nos recuerdan que, incluso en medio del caos, podemos encontrar un refugio dentro.
Esa es la verdadera libertad: la que no depende de lo externo, sino de nuestra relación con lo que pensamos y sentimos. Y es posible. Empieza con una pausa, con una pregunta honesta: ¿Es real lo que estoy pensando? y con la valentía de dejar ir la historia del sufrimiento.
América Fernández. Coach de salud integral y recuperación de la dependencia a la comida.
IG. @America.fernandez