El hablar de violencia sin duda alguna es un tema delicado, puesto que se ejerce en sus diferentes modalidades ya de forma sea física, económica, psicológica e incluso hoy en día a través del uso de las tecnologías

Karla Teresa Piña Martínez

El hablar de violencia sin duda alguna es un tema delicado, puesto que se ejerce en sus diferentes modalidades ya de forma sea física, económica, psicológica e incluso hoy en día a través del uso de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) conocida como violencia digital, la cual es un fenómeno creciente que afecta a millones de personas en el mundo, principalmente a mujeres y niñas.

Las redes sociales son fundamentales para la comunicación, el entretenimiento, el trabajo y las relaciones personales, pero también se han convertido en herramienta de abuso y agresión. La violencia digital no se limita a las interacciones en línea, sino que se extiende al acoso, la difusión de contenido sin consentimiento, el robo de identidad, el espionaje cibernético y el abuso relacionado con género, entre otras formas. Lo que hace particularmente compleja esta forma de violencia es su invisibilidad y rapidez de propagación, lo que puede causar daños irreparables a las víctimas.

Dentro de la violencia digital podemos encontrar diversas conductas tales como: el ciberacoso, también conocido como ciberbullying, el cual implica el uso de plataformas digitales para intimidar, humillar o amenazar a una persona de forma repetida. Puede ocurrir en redes sociales, aplicaciones de mensajería y foros. Según la UNICEF, el ciberacoso busca atemorizar, enfadar o humillar a otras personas mediante la difusión de mentiras, publicación de fotografías o videos vergonzosos, y envío de mensajes abusivos o amenazantes.

   La difusión no consentida de imágenes íntimas, también conocida como “pornovenganza” o “sexpreading”, es una forma de violencia digital en la que implica la publicación de contenido como su nombre lo indica de tipo sexual explícito o sugerente sin el consentimiento de la persona afectada. Este acto puede causar daños psicológicos, emocionales y sociales, afectando la reputación y vida privada de la persona.

Otra de las formas de violencia digital es la suplantación de identidad, esta ocurre cuando una persona crea perfiles falsos en redes sociales o plataformas en línea utilizando el nombre, fotos o información personal de otra persona sin su consentimiento, este anonimato les permite actuar sin miedo a ser identificados, lo que facilita la impunidad y fomenta un ambiente de violencia sin consecuencias inmediatas.

De acuerdo a la Comisión Interamericana de Mujeres, la ciberviolencia de género es una manifestación del fenómeno estructural de violencia que afecta a mujeres y niñas en todos los ámbitos de su vida, tanto en línea como fuera de línea. La ciberviolencia de género en contra de las mujeres y las niñas es todavía un campo relativamente inexplorado y sobre el cual se posan múltiples interrogantes. Este tipo de agresiones y abusos basados en el género no han sido aun completamente conceptualizados y la clasificación de aquellas conductas que constituyen violencia digital de género contra las mujeres y las niñas, tampoco ha sido excesivamente explorada, encontrándose múltiples disparidades en la terminología utilizada en este tema.

Lo que se busca es dar reconocimiento a la realidad que enfrentan las mujeres, jóvenes y niñas en sus interacciones digitales, además de fomentar la adopción de medidas para la atención de un tema de especial preocupación que coadyuvará a definir la plena e igualitaria participación de las mujeres y las niñas en los ámbitos civil, político, económico, social y cultural.