El taller se lleva a cabo todos los sábados de 10:00 a 12:00 horas en la Cafetería de Allende, con domicilio en Allende 637, en el Centro histórico de Morelia

Ricardo Belmontes, colaborador La Voz de Michoacán

En el corazón del Centro Histórico, cada sábado por la mañana se respira un ambiente diferente. No es el ruido del mercado ni el paso rápido de los turistas, sino el sonido suave de las piezas moviéndose en el tablero, y las miradas concentradas de niños, jóvenes y adultos que, frente a esas 64 casillas, aprenden algo más que un simple juego: aprenden a pensar. 

Desde hace meses, el Taller Sabatino Permanente de Ajedrez de La Cafetería de Allende, en el Centro Cultural Allende 637 se ha convertido en un lugar de encuentro para quienes disfrutan de este deporte mental. Sin importar la edad, género o experiencia previa, todos llegan con el mismo propósito: entender y disfrutar el arte del ajedrez, que trasciende el entretenimiento y se vuelve una valiosa herramienta para crecer tanto intelectual como personalmente. 

Al jugar ajedrez, uno aprende a pensar antes de mover. Muchas veces se dice que el ajedrez refleja la vida misma: cada movimiento tiene sus consecuencias, aprender de los errores es clave, y la paciencia siempre resulta ser la mejor aliada para ganar. Eso es precisamente lo que el taller busca enseñar. Más allá de memorizar aperturas o partidas famosas, aquí se fomentan hábitos de pensamiento estratégico, solución de problemas y toma de decisiones. Aprender el deporte ciencia ayuda a prever diferentes escenarios, a respetar al adversario y a perseverar, incluso cuando la situación parece desfavorable. Nos enseña humildad, disciplina y a detenernos para reflexionar en un mundo que corre demasiado rápido. El tablero se convierte en un aula donde se fomentan habilidades cognitivas esenciales: memoria, atención, creatividad, lógica y concentración. En los niños, además, mejora el rendimiento escolar y aumenta la autoestima.  Para los adultos mayores, puede ser un aliado contra el deterioro cognitivo, y en los jóvenes, proporciona un espacio positivo para desconectarse de los distractores de la vida moderna. 

Más allá de los datos, basta con observar lo que sucede cada sábado en el domicilio de Allende 637, en el centro histórico: niños que antes eran tímidos levantan la mano para explicar una jugada, adultos que descubren que aún pueden aprender algo nuevo, y amistades que surgen entre torre y caballo. El ajedrez crea comunidad, une generaciones y derriba fronteras. Este taller, realizado a través de cooperación y abierto todos los sábados, ha formado una pequeña comunidad de ajedrecistas que crecen semana con semana. Algunos vienen por primera vez, otros ya tienen cuadernos llenos de notas y diagramas, pero todos encuentran un espacio donde aprender y compartir. No solo se ofrecen tableros y piezas, también guía, seguimiento y, sobre todo, un ambiente de respeto y constante aprendizaje.

Los instructores, comprometidos con la pedagogía del ajedrez, acompañan tanto a principiantes como a jugadores con más experiencia. En estos tiempos de rapidez y superficialidad, el ajedrez aparece como un refugio para pensar en profundidad, equivocarse sin miedo, imaginar soluciones y entender que perder también enseña. Nos cada uno, desde donde esté, tiene la oportunidad de hacer algo valioso, movimiento a movimiento. Incluir la enseñanza del ajedrez como una forma de promover el pensamiento crítico, la paciencia y la convivencia sana, y los resultados son claros: todos los sábados, entre reyes y peones, crece algo más grande: las ganas de superarse, compartir y aprender más. 

Así que si alguna vez pensaste que el ajedrez podría ser para ti, la respuesta está en el tablero. Solo hace falta dar el primer paso: acercarte un sábado, tomar asiento, mover una pieza y dejar que la partida comience. El taller se lleva a cabo todos los sábados de 10:00 a 12:00 horas en la Cafetería de Allende, con domicilio en Allende 637, en el Centro histórico de Morelia.