Cada 30 de julio se conmemora el Día Mundial contra la Trata de Personas, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2013 con el objetivo de visibilizar uno de los crímenes más graves y extendidos a nivel global: la trata de seres humanos. Esta práctica consiste en captar, trasladar o retener a personas mediante engaños, amenazas o violencia para explotarlas de distintas formas, como la esclavitud sexual, el trabajo forzado, la mendicidad infantil, el matrimonio forzado o incluso la extracción de órganos.

Actualmente, más de 50 millones de personas en el mundo viven en situación de esclavitud moderna, de acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo. Las mujeres y niñas representan el 73% de las víctimas detectadas, siendo la explotación sexual la forma más común. Sin embargo, en regiones como América Latina, también destaca la trata con fines laborales, sobre todo en sectores como el agrícola, la construcción o el trabajo doméstico, donde miles de personas trabajan en condiciones inhumanas, sin libertad ni derechos.

Uno de los grandes retos para erradicar este delito es que suele ocurrir en la sombra: muchas víctimas son invisibilizadas, temen denunciar o ni siquiera saben que están siendo explotadas. A esto se suma la complicidad de redes criminales y, en algunos casos, la corrupción que impide una respuesta eficaz de las autoridades. Por eso, el lema de este año —“Llegar a todas las víctimas, sin dejar a nadie atrás”— subraya la urgencia de reforzar la prevención, la detección temprana, la protección integral de las víctimas y el acceso a la justicia, especialmente para personas en situación de vulnerabilidad como migrantes, indígenas o personas en pobreza extrema.

Combatir la trata de personas no es tarea exclusiva de los gobiernos; como sociedad, podemos contribuir informándonos, evitando prácticas de consumo que fomenten la explotación y denunciando cualquier situación sospechosa. En México, las denuncias anónimas pueden hacerse al 089 o a través del 911. La trata de personas no conoce fronteras, pero tampoco debe conocer impunidad. Al alzar la voz, podemos ayudar a quienes hoy no pueden hacerlo.